miércoles, 7 de julio de 2010

POR LO MUCHO QUE SON

No es por el mérito de los años cumplidos, que también, sino sobre todo por haber tenido la inigualable ocasión de haberlos compartido con ellos que siempre son atención, compromiso, fidelidad y la mas desprendida generosidad, siempre dada con la sencillez y humildad de los que se entregan por completo sin buscar contrapartidas ni oropeles. Por eso fue el reunirnos con dos de los nuestros, Enrique Perez y José Miguel Perez, que cumplieron, como costaleros, treinta años el primero, y veiticinco el segundo. Ambos un ejemplo para todos, un orgullo para cuantos con ellos hemos compartido trabajadera y un lujo para las cuadrillas de las que forman parte y desde luego el cofrade donde mirarnos.
Enrique y Josemi son dos almas gemelas, en su actitud personal y en su carisma cofrade. Los que nos honramos en conocerlos sabemos y sentimos que nuestra relación supera la meta de la amistad y los tenemos como hermanos auténticos, en la fe y en el sentimiento, no fallan. Y le reconocemos y admiramos el trabajo y dedicación que, día a día, ponen en el vivir de hermandad, en nuestra Semana Santa que tanto y tan bueno recibe de estos dos grandes del mundo cofrade. En todos sus ámbitos porque son diversos los cargos de gobierno por los que siempre luchan en sus hermandades y su participación, constancia y abnegación es para todo quehacer cofrade. Y es que el mundo de la trabajadera, que viven con la pasión del que lo siente como propio, nunca ha limitado su vinculación cofrade; son, han sido siempre, cofrades de compromiso, tanto mas grandes cuanto lo es la humildad de sus composturas.
Para muestra de lo dicho, como constancia y para la memoria, se le hizo entrega de sendos cuadros. Y nada mejor que fueran de la devoción que nos reunió y que con tanto orgullo compartimos, la de Ntra. Sra. de la Esperanza.
D. José Carvajal también quiso homenajearlos regalándole, como recuerdo del momento, un costal de plata que, con agradecimiento a su capataz, recogieron nuestros amigos.


A Enrique y Josemi el agradecimiento de todos, celebraremos cada año que estemos juntos.
A propósito de lo vivido, y entre contertulios, Francisco Javier Molina a tenido a bien dedicarle a Enrique el siguiente soneto acróstico:

AL MARQUES DE PÍ.

Entre el Realejo y Santa Paula
Nimbado con su costal blanco o morado,
Reparte su magisterio atogado
Instalado en la trabajadera, su aula.

Quintaesencia de la puntillosidad,
Ubérrimo albacea y tertuliano,
Exigente cofrade, mas siempre hermano.
Pulquérrimo defensor de su ciudad.

Entre varales de plata la lleva
Revirando entre el ojal y el corazón,
Entre incienso, túnicas nazarenas,
Zambranas, palios, nardos y azucenas;
Pí, cinco lustros bajo la parihuela
Ilustre marques de nuestra devoción.

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