Las carocas, los chacolines, las barretas, los volantes y caballistas, el aroma de los tilos y la flor de los magnolios, el entusiasmo de los críos, los columpios y farolillos, un manzanilla bien frío..., la fiesta está servida para vivirla y disfrutarla y es lo que pensamos hacer.
No hay jueves de Corpus, sin miércoles de Tarasca, un elemento de esencia en nuestra feria. El nombre es un topónimo de la ciudad francesa de Tarascon-sur-Ariège. La iconografía mitológica representa la victoria de Santa Marta, que por sus plegarias logra el encantamiento de una bestia (algo como un dragón con patas como de oso, torso de buey con caparazón de tortuga, cola escamada terminada en aguijón y cabeza de león con orejas de caballo) que devastaba la región. El acontecimiento logró la cristianización de muchos.
El tiempo ha ido haciendo el resto, legándonos esta peculiar figura en la que por otra parte se representa el triunfo de la belleza sobre la fealdad. La costumbre manda que el maniquí vista con la tendencia de la moda femenina. Este año lucirá un traje de flamenca, con el propósito de respaldar su uso.
Esta es una fotografía de una tarasca granadina del siglo XVIII, que se conserva en Antequera.
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