jueves, 3 de junio de 2010

C O R P U S C H R I S T I


Vivimos el Jueves que brilla mas que el sol. Hay cofrades que no habrán dormido, afanados en el montaje de los altares que se alzan engalanando el recorrido de la Custodia; los hay que habrán madrugado para ser puntuales a la igualá, privilegiados en el honor de portar al Santísimo. Y están los que, en corporación, participarán en la procesión del Santísimo; el resto oraremos a Su paso, entre el aroma del mastranzo y la juncia, si a caso a la sombra de los toldos (que, lógicamente, no deben anclarse a edificios históricos) y viviendo lo nuestro, como tantas generaciones de granadinos. Así pues, el mundo cofrade vuelve a movilizarse para cumplir con el culto solemne que engrandecen con su trabajo y participación, sobresaliendo, una vez mas, de entre el resto de granadinos.


Los cofrades hacemos y vivimos con intensidad estas fiestas que nos vienen dadas tras la reconquista y la consiguiente cristianización de Granada.
Si bien el origen de la veneración de la Eucaristía la encontramos en la misma Última Cena, los festejos de exaltación los encontramos en el monasterio de Monte Cornilon, en Lieja (Bélgica), en 1230 en que una de sus religiosas, Juliana, de gran virtud, profética y de habituales raptos, hizo saber que veia una luna ensombrecida. Se entendió así que una fiesta al Sacratísimo Cuerpo de Cristo devolvería el esplendor del astro, representativo de la iglesia, y asentaría y difundiría la fe.
Es el Papa Urbano IV quien instaura con caracter universal desde 1262, la fiesta.
La procesión aparece a finales del siglo XIII en Angers, Colonia.

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